una cajita mágica

“...Mis más profundos miedos los guardé en una cajita y los lancé por el balcón… Pero por desgracia aquel Señor con barbas que se encontró mi cajita… la abrió, y todo el contenido volvió a mí… Pensé en tirarla al mar, o quizás enterrarla bien honda; sin embargo nunca más he intentado recopilar mis miedos en esta cajita… intuyo que si no hubiese ese hombre con barbas, la habría encontrado algún otro con bigotes y el resultado hubiese sido el mismo…

Esa caja me la regaló mi madre cuando aún era pequeña… debería tener unos 9 años… Me dijo que era mágica… y que en ella podría guardar cualquier cosa… También me dijo que tuviese cuidado con lo que encerraba en ella… Esa cajita no tiene llave; yo creo que nada en esta vida debe guardarse bajo llave, quizás alguna otra persona necesita de ello y debe quedar a mano… no sé si logro explicarme; los sentimientos, las experiencias, las sensaciones… incluso lo que consideramos pequeños tesoros materiales deben poder servir a otros… como ejemplo, o simplemente para que puedan ver otras cosas y saber que existen…

Y aquí está mi cajita… después de tantos años (no quieran saber cuántos!), le cogí mucho cariño, está llena de recuerdos de tantas cosas que en ella guardé... Hace un tiempo decidí guardar en ella algo muy especial, nada de miedos ni pesadillas ni cosas así… Decidí enviarla asegurándome que iba a llegar sin que se interpusiera ningún Señor con barbas o bigotes o nada parecido…

Hoy ha vuelto a llegar a mí… y
¿quieren saber que traía dentro?

Una gran sonrisa...”