Sin nada

No sé donde estoy. Tampoco cuánto tiempo llevo aquí, puede que lleve meses incluso años; o quizás no lleve aquí más de unos minutos. Ni siquiera puedo decir mi estado. Veo personas pasar delante de mí, pero no llego a ver sus caras; sus rostros, sus expresiones. Intentó intuir sus sentimientos, sus vidas, sus estados de ánimos. Pero son imágenes huidizas para mí; a mi cerebro apenas llega la suficiente información cómo para saber qué está pasando.

A veces siento que me observan. Hay miradas que se me clavan, aunque no sé diferenciarlas. No sé de donde vienen. No soy como antes, cuando, con solo sentir una mirada podía intuir toda una historia, toda una vida. Si alguna vez tuve algo “especial”, murió; se ahogó en un charco; se lo llevó el aire; se esfumó sin más.

Las circunstancias, las personas y las vidas cambian; mientras el universo sigue su ritmo original; porque así lo decidió alguien y de este modo tiene que ser aceptado.